25
ago 2009

Los Bosques de Nyx
De Javier Tomeo
Diseño de Vestuario : Luis Carlos Vásquez
Diseño de Luces Emilio : Aguilar
Asistente Técnico : Erick Varela
Composición Musical : Stephen Wake
Concepción Plástica y Direc : Luis Carlos Vásquez
Asistente de Dirección : Francisco "Pancho" Alpízar
Producción Ejecutiva : Marilyn Córdoba
Asistente de Producción : Andy Gamboa
Reparto
Helena : Sharon Cavallini
Lisístrata: Tatiana Chaves
Casandra: Marylin Córdoba
Clitemnestra: Hanna Fou
Ifiginia: Alicia Riba
Andrómaca: Prisila Gutiérrez
Hécuba: Carmen Salazar
Penélope: Karla Calderón
Electra Francini: Brenes
Canonicé: Silvia Villalta
Mensajero: Andy Gamboa
Mirrina: Xinia Rojas
25
ago 2009

Canto IV
Nyx
Nyx
Debo confesar mi ignorancia, hasta ahora conozco lo que significa Nyx. La hija de Caos, madre de la muerte, el sueño, las parcas Némesis, fraude, senectud, discordia. La noche profunda, el dormir de un animal pre histórico. La cámara negra que baja para oscurecerlo todo, la noche tan solo con un pedacito de la luna. Si madre buena, que llevo tatuada en mi brazo, la inspiración de los poetas.
En nuestro Nyx, el mensajero logra llevarse a las mujeres, por los nuevos campos de la guerra, hay esperanza, van con la seguridad de ser escuchadas, Nyx como deidad de las tinieblas debe quedar atrás, y aunque ha sido el hogar de nuestra heroína, debe dar paso a la nueva luz, a la luz esperanzadora de la paz, de un nuevo orden, que sea bueno para la humanidad.
Canto V
Las mujeres
Las mujeres
Sin las mujeres griegas, procedentes de las obras de los grandes dramaturgos Esquilo, Sófocles, Eurípides y Meneandro, no hubiese existido Los Bosques de Nyx. Ellas han sido la inspiración de Tomeo. Y creo que las ha tomado prestadas como símbolo, como grandes metáforas que aluden a cualidades o defectos. Nuestras mujeres no solo hablan de lo terrible que ha sido la guerra, sino que también al decidirse partir de Nyx, ellas están realizando un acto de liberación, dejando el lugar en el cual han estado atrapadas, suspendidas en la levedad de sus almas.
Viva la liberación de las mujeres, adelante mirad el camino, no es el camino de los sueños, es el camino libertario, pleno de espinas, pleno de muerte, pero también pleno de luz.
Canto VI
La visión
La visión
Mi visión comenzó una noche en que pesqué viendo en televisión, la última parte de un montaje, en el cual los personajes femeninos en su mayoría pertenecían al teatro Griego. Cuando terminó, en la carrera de los últimos créditos creí leer Los Bosques de Onix y de ese modo me puse a buscar la obra. Mandé correos a librerías en España, pero nadie conocía Los Bosques de Onix. Finlamente enviamos a un amigo a la librería de teatro de Madrid y le dijeron, “lo que usted busca es Los Bosques de Nyx” después de dos años de búsqueda por el texto, todo terminó con éxito. Tenía la obra en las manos, la leí con mucha frialdad, como suelo acercarme al texto. Encontrándome por supuesto que no estaba ante una obra escrita por los caminos tradicionales de lo que conocemos como obra de teatro y eso no dejó de entusiasmarme, no sería la primera vez que le meteré el diente a ese tipo de material, es decir, no le Temp. Pues siempre ofrecen un riesgo, para que el espectador no quite el ojo del escenaio y se deleite ante el modo en que está hecha la puesta, que incluye por supuesto el maravillosos trabajo de los actores, ya que sin ellos, yo no podría contar nada.
Después de dos años de búsqueda, no podía permitir que el texto se me fuera de las manos. Que toda es masturbación mental, que todas las elucubraciones, sueños constantes con campos de arena y piedra minados, de mujeres huyendo por las carreteras de la antigua Yugoslavia, con sus pañuelitos cubriendo sus cabezas y llevando consigo un atado de pocas pertenencias con la premura que produce la persecución de la muerte, se diluyera en mi cabeza y se quedaran en nada. No podía en la constante de mis pesadillas con esas pobres mujeres, defraudarlas, porque después aparecen después también mujeres kurdas, mujeres de Colombia, mujeres de Guatemala, mujeres torturadas de Chile, Argentina, Brazil, Africa profunda, hasta que el cuadro se manchó da sangre roja. No podía abandonarlas había que hablar de ello por medio de una obra. Para poder después pensar en un campo florido, lleno con la misteriosa luz de la vida, ahí están todas las mujeres vivas, cual flores frescas, engalanadas de rojo y al tocar sus pétalos nuestros dedos se mancharían de rojo para que al mirarlos recordemos que siempre es mejor la paz.
El campo de arena minado será el espacio en que la puesta en escena de Los Bosques de Nyx se hará. Las piedras, tal vez algunas ruinas, todo visto desde el gigantesco agujero que ha producido un cohete poderoso. Es el espectador viendo a través de ese inmenso hueco, típico de las ciudades bombardeadas sin piedad. Hay elementos que nos traen a nuestra historia diaria, al hoy.
Estará la constancia del mundo del mar, el atardecer con su niebla, la noche es decir Nyx, las explosiones, las carreras, el grito, las manos crispadas. Allí estrán ellas como en una danza dramática, cual símbolos, cual metáforas. Y solo un hombre que desea que lo acompañen por los nuevos campos de batalla para hacerlas recordar y que sientan como las guerras la ha dejado a solas, muriendo en esa noche profunda, en esa oscuridad ilimitada.
Mi puesta en escena es un canto por las mujeres y su libertad, sí, un canto danzado por la vida. Quiero que los colores recobren su significado de antaño, la púrpura de los caracoles de Creta para la soberanía, el rojo para la pasión, el negro para las ancianas, el verde de la esperanza para la que espera, los ocres para la que se queda cuidando los rebaños, el negro para la que amó tanto a su padre. Los colores estarán deshechos, el salitre del mar lo ha carcomido, el vagar por Nyx, los ha convertido casi en fúnebres.
Ellas sabrán recuperar su dignidad, ellas despertarán, partirán, repito cantando, cantando,
18
ago 2009

A continuación las "Notas de dirección" para el montaje de la obra, Los Bosques de Nyx del español Javier Tomeo, se trata de un estreno a nivel latinoamericano ya que será la primera que se presente una obra de este autor en el continente. La obra trata sobre la guerra, el teatro griego, la paz, la libertad de las mujeres, el erotismo. En otras palabras 11 heroínas del teatro griego salen de la oscuridad de Nyx para buscar la paz.
El estreno será el 18 de setiembre del 2009 en el Teatro Variedades, San José, Costa Rica. Este esfuerzo será posible gracias al premio PROARTES.
Canto I
El Mar
Y está el mar que produce el sonido del infinito. Está un corazón que palpita, están los arrecifes, y las olas violentas que se estrellan contra ellos, como el más violento de los amores, pues a veces es apacible, tibio como el vientre de mi madre. Sin el mar, sin ese paisaje a veces misterioso, a veces borracho de tanta luz, sin los fósiles, sin los peces de fósforo, sin los atardeceres de ópalo, sin los amaneceres de rosa azulados, sin el canto de las sirenas, sin los cabellos verdes del niño pez, no me hubiese inspirado, para montar, ¨ Los bosques de Nyx.
Canto II
Mi primera vez
La primera vez que tuve contacto con la tragedia griega tendría unos nueve años. En un cine de barrio llamado El Tirso, presentaban ¨Electra¨, no sé si dirigida por Kacoyanis, pero si actuada por Irene Papas. Nunca podré olvidar a esa mujer, una encarnación de la tragedia griega. No puedo olvidar sus ojos, los ojos de la tragedia, diciendo en un griego que le salía de las tripas, los versos de la obra. Desde entonces la tragedia dejó en mi corazón el tatuaje del teatro, ese tatuaje indeleble, hasta el fin de mis días.
Por eso este libro se inicia con el dibujo de unos ojos de la tragedia griega, los ojos cual espejos de tu dolor.
Canto III
La guerra
De sus gargantas llenas de polvo surgieron las flores blancas. Ojalá la sangre no hubiese ni manchado los muros de los templos sagrados, ojalá el valle de las manos crispadas y de los caballos muertos, no hubiese existido, jamás. Ojalá que nunca las llagas hubiesen crecido por doquier, ni la pólvora ni los rayos atómicos, ni los virus, ni las armas de destrucción masiva.
¿La guerra, lo animal, lo primitivo, el abuso del poder, está inmerso en nosotros? Ojalá lo podamos arrancar, ojalá pronto encuentren en nuestros corazones, el gen de la guerra y nos lo arranquen para siempre. Para poder llamarnos civilizados. Repudio total a la guerra.
Pronto en los campos surjan las flores, que canten, que canten, el canto de la esperanza, el canto de la vida. Ese canto con que las madres, puedan arrullar a sus hijos, dándoles el pan de cada día.
Y surgieran en el campo las flores rojas, que nos recordarán, que su color es por la sangre de nuestros muertos, pero las flores cantarán hasta reventar y cada gota de su color marcará nuestros dedos, para que no olvidemos nunca…
Luis Carlos Vásquez
Director.
Director.
18
ago 2009
Canto I
El Mar
Y está el mar que produce el sonido del infinito. Está un corazón que palpita, están los arrecifes, y las olas violentas que se estrellan contra ellos, como el más violento de los amores, pues a veces es apacible, tibio como el vientre de mi madre. Sin el mar, sin ese paisaje a veces misterioso, a veces borracho de tanta luz, sin los fósiles, sin los peces de fósforo, sin los atardeceres de ópalo, sin los amaneceres de rosa azulados, sin el canto de las sirenas, sin los cabellos verdes del niño pez, no me hubiese inspirado, para montar, ¨ Los bosques de Nyx.
La primera vez que tuve contacto con la tragedia griega tendría unos nueve años. En un cine de barrio llamado El Tirso, presentaban ¨Electra¨, no sé si dirigida por Kacoyanis, pero si actuada por Irene Papas. Nunca podré olvidar a esa mujer, una encarnación de la tragedia griega. No puedo olvidar sus ojos, los ojos de la tragedia, diciendo en un griego que le salía de las tripas, los versos de la obra. Desde entonces la tragedia dejó en mi corazón el tatuaje del teatro, ese tatuaje indeleble, hasta el fin de mis días.
Por eso este libro se inicia con el dibujo de unos ojos de la tragedia griega, los ojos cual espejos de tu dolor.
De sus gargantas llenas de polvo surgieron las flores blancas. Ojalá la sangre no hubiese ni manchado los muros de los templos sagrados, ojalá el valle de las manos crispadas y de los caballos muertos, no hubiese existido, jamás. Ojalá que nunca las llagas hubiesen crecido por doquier, ni la pólvora ni los rayos atómicos, ni los virus, ni las armas de destrucción masiva.
¿La guerra, lo animal, lo primitivo, el abuso del poder, está inmerso en nosotros? Ojalá lo podamos arrancar, ojalá pronto encuentren en nuestros corazones, el gen de la guerra y nos lo arranquen para siempre. Para poder llamarnos civilizados. Repudio total a la guerra.
Pronto en los campos surjan las flores, que canten, que canten, el canto de la esperanza, el canto de la vida. Ese canto con que las madres, puedan arrullar a sus hijos, dándoles el pan de cada día.
Y surgieran en el campo las flores rojas, que nos recordarán, que su color es por la sangre de nuestros muertos, pero las flores cantarán hasta reventar y cada gota de su color marcará nuestros dedos, para que no olvidemos nunca…
El Mar
Y está el mar que produce el sonido del infinito. Está un corazón que palpita, están los arrecifes, y las olas violentas que se estrellan contra ellos, como el más violento de los amores, pues a veces es apacible, tibio como el vientre de mi madre. Sin el mar, sin ese paisaje a veces misterioso, a veces borracho de tanta luz, sin los fósiles, sin los peces de fósforo, sin los atardeceres de ópalo, sin los amaneceres de rosa azulados, sin el canto de las sirenas, sin los cabellos verdes del niño pez, no me hubiese inspirado, para montar, ¨ Los bosques de Nyx.
Canto II
Mi primera vez
Mi primera vez
La primera vez que tuve contacto con la tragedia griega tendría unos nueve años. En un cine de barrio llamado El Tirso, presentaban ¨Electra¨, no sé si dirigida por Kacoyanis, pero si actuada por Irene Papas. Nunca podré olvidar a esa mujer, una encarnación de la tragedia griega. No puedo olvidar sus ojos, los ojos de la tragedia, diciendo en un griego que le salía de las tripas, los versos de la obra. Desde entonces la tragedia dejó en mi corazón el tatuaje del teatro, ese tatuaje indeleble, hasta el fin de mis días.
Por eso este libro se inicia con el dibujo de unos ojos de la tragedia griega, los ojos cual espejos de tu dolor.
Canto III
La guerra
La guerra
De sus gargantas llenas de polvo surgieron las flores blancas. Ojalá la sangre no hubiese ni manchado los muros de los templos sagrados, ojalá el valle de las manos crispadas y de los caballos muertos, no hubiese existido, jamás. Ojalá que nunca las llagas hubiesen crecido por doquier, ni la pólvora ni los rayos atómicos, ni los virus, ni las armas de destrucción masiva.
¿La guerra, lo animal, lo primitivo, el abuso del poder, está inmerso en nosotros? Ojalá lo podamos arrancar, ojalá pronto encuentren en nuestros corazones, el gen de la guerra y nos lo arranquen para siempre. Para poder llamarnos civilizados. Repudio total a la guerra.
Pronto en los campos surjan las flores, que canten, que canten, el canto de la esperanza, el canto de la vida. Ese canto con que las madres, puedan arrullar a sus hijos, dándoles el pan de cada día.
Y surgieran en el campo las flores rojas, que nos recordarán, que su color es por la sangre de nuestros muertos, pero las flores cantarán hasta reventar y cada gota de su color marcará nuestros dedos, para que no olvidemos nunca…